En la era digital, el reconocimiento facial se ha convertido en una herramienta omnipresente, con aplicaciones que van desde la seguridad hasta la conveniencia en nuestras vidas cotidianas. Sin embargo, la creciente adopción de esta tecnología plantea serias preocupaciones sobre la privacidad y la autonomía personal. En este artículo, exploraremos el alcance del reconocimiento facial, quiénes lo utilizan actualmente y cómo su implementación sin consentimiento está generando inquietudes fundamentales sobre la protección de nuestros datos.

¿Qué es el reconocimiento facial y quiénes lo utilizan?:
El reconocimiento facial es una tecnología que identifica y verifica la identidad de una persona a través de la captura y análisis de características faciales únicas. Actualmente, diversas entidades, desde empresas hasta fuerzas policiales, han adoptado esta herramienta con la promesa de mejorar la seguridad y la eficiencia en sus operaciones.

Invasión secreta:
En el Reino Unido, la implementación del reconocimiento facial ha tomado un giro preocupante. Según informes del diario británico The Telegraph, en los primeros nueve meses del 2023, las fuerzas policiales realizaron más de 300 búsquedas secretas en la base de datos de pasaportes utilizando tecnología de reconocimiento facial. Esta revelación ha suscitado preocupaciones entre diputados y organismos de control, quienes temen por las implicaciones en la protección de datos personales en el país europeo.

“Los datos tanto de la base de datos de pasaportes del Reino Unido como de la base de datos de inmigración no se proporcionaron para estos fines”, mencionó el ex ministro del gabinete David Davis. “Que la policía actúe así socava la relación de datos entre el ciudadano y el Estado. Como mínimo, debería informarse a la Cámara de los Comunes de quién autorizó esto y quién lo llevó a cabo”, mencionó Davis”.

Fuente: Telegraph.co.uk

Más cerca de casa, en Chile, la empresa Servipag ha incorporado la funcionalidad de reconocimiento facial, al momento de acceder a su aplicación, lo que a mi entender genera un debate sobre la ética y legalidad de su implementación. Así como en noviembre del año pasado el Club Deportivo de la UC implementó un moderno sistema de reconocimiento facial para el super clásico, con el objetivo de poder identificar a personas que tienen prohibición de acceder a recintos deportivos o incluidos en listas negras por incidentes previos. Es preocupante como el mundo privado avanza a pasos agigantados en la implementación de estas tecnologías, quedando ellos con el manejo de datos de miles de personas, las cuales muchas veces con tal de ocupar una herramienta o servicio, acceden sin más remedio a entregar una información tan preciada, sin saber en profundidad para que más podrá ser utilizada.

La capacidad de reconocer a un usuario solo con su rostro plantea interrogantes sobre la privacidad y el consentimiento informado. Si bien para algunos puede ser una medida de seguridad, existe también la discusión sobre si estamos dispuestos o no a ser expuestos involuntariamente a esta tecnología con la cual se nos segmenta y clasifica, entorno a algoritmos desarrollados con ciertos tipos de sesgos.

Falsos positivos y “racismo algorítmico”:
A nivel mundial, la tecnología de reconocimiento facial presenta preocupantes tasas de falsos positivos. Expertos señalan que estos sistemas pueden estar sesgados, llevando a errores sustanciales. Informes indican que la tasa de error se dispara al 40% cuando se trata de mujeres racializadas o personas trans, mientras que en hombres blancos, la tasa de error cae dramáticamente al 0.3%. Esta disparidad plantea serias dudas sobre la equidad y la justicia de un sistema que parece inclinarse hacia el “racismo algorítmico”.

Además, es fundamental abordar el fenómeno conocido como “racismo algorítmico”, una sombra que ensombrece la eficacia y equidad del reconocimiento facial. Estudios demuestran que estos sistemas exhiben sesgos significativos, siendo más propensos a errores alarmantes cuando se trata de personas de color. El impacto discriminatorio se refleja claramente en las tasas de error, alcanzando cifras preocupantes en mujeres racializadas y personas trans. Este fenómeno refuerza estereotipos y prejuicios, aumentando el riesgo de detenciones arbitrarias basadas únicamente en características fenotípicas o en el color de piel. La implementación de tecnologías de reconocimiento facial debería ser evaluada críticamente para garantizar que no perpetúe ni amplifique las desigualdades ya existentes en nuestra sociedad. La lucha contra el “racismo algorítmico” se convierte así en un componente esencial para la salvaguarda de los derechos individuales en el uso de esta controvertida tecnología.

El reconocimiento facial, aunque destinado a simplificar nuestras vidas y mejorar la seguridad, está generando una pérdida significativa de privacidad y una creciente preocupación sobre la justicia y la equidad en su implementación. Es crucial que cómo sociedad abordemos estos problemas de manera crítica y reflexiva, exigiendo transparencia y salvaguardias para proteger nuestros datos y derechos fundamentales en la era digital.

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Emprendedor digital, consultor y asesor en marketing y comunicación estratégica.